Había una vez un emperador que quería elegir como primer ministro a su súbdito más sabio y prudente. Tras una serie de difíciles pruebas, sólo quedaron tres candidatos.
"He aquí el último obstáculo, el último desafío, -les dijo-. Se os encerrará en una sala. La puerta tendrá una cerradura muy complicada y sólida. El primero de vosotros que consiga salir será el elegido."
Dos de los postulantes, que eran muy sabios, se pusieron enseguida a hacer arduos cálculos. Alineaban columnas de números, trazaban complicados esquemas, diagramas herméticos. De cuando en cuando, se levantaban, examinaban la cerradura con aire pensativo y regresaban suspirando a sus trabajos.
El tercero, permanecía en una silla sin hacer nada. Meditaba.
De repente, se levantó, fue a la puerta y giró el pomo.
La puerta se abrió y el se fue.
PD.- "La felicidad Zen" de Henri Brunel.
3 comentarios:
Siempre la más sencilla es la mejor de las respuestas.
Saludos!
sshhhhh!!!! estoy meditanto!!!!... gracias...
DM.. pues sí.. creo que si.. ;-)))
Un saludo..
FOSKARI... ud por aquí.. ???
:-OOOOOOOOO
Pues nada.. medite.. medite ...
Un abrazo cálido y "sencillo".. ;-)
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